Objetos Personales (2022)
Objetos Personales fue una exposición compuesta por dieciocho obras que nacen del gesto espontáneo de dibujar y anotar en mis cuadernos. Durante años he cargado con ellos, dejando registro de impresiones, fragmentos de lecturas, imágenes encontradas o pensamientos fugaces que, sin proponérselo, empiezan a repetirse y a adquirir forma. No son proyectos planificados, sino derivas afectivas y simbólicas que, al acumularse, terminan trazando mapas interiores.
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En esta muestra, muchos de esos trazos iniciales reaparecieron como variaciones de un mismo motivo: el vaso. Me interesa el vaso como figura arquetípica, pero también como contenedor —físico y simbólico— de lo residual, lo líquido, lo informe. La cerámica, en su vínculo con el cuerpo, la arcilla y la digestión, aparece como una tecnología ancestral que modela interioridad y exterioridad al mismo tiempo. En ese doblez entre lo que contiene y lo que es contenido, entre lo que queda y lo que pasa, se instala el corazón de esta exposición.
Las obras expuestas materializan ese tránsito desde lo inconsciente hacia la forma. Algunas se autocontienen, otras se vinculan: el excedente de una es el contenido de otra, como si juntas compusieran una cadena de transferencias y resonancias. Aunque cada una tiene su singularidad, todas responden a un impulso común: traducir en materia visible la vibración de lo íntimo, de lo que no se dice fácilmente. No busco representar una idea, sino encarnar una sensación.
Esta exposición es también un ensayo sobre la fragilidad de las fronteras: entre arte y vida, entre lo consciente y lo onírico, entre lo externo y lo interno. Me interesa pensar el arte como ese lugar donde la oscuridad puede tener sentido, donde los impulsos y asociaciones libres no necesitan justificación lógica. En este sentido, la imaginación aparece no como evasión, sino como una forma de meditación activa: un espacio en el que las cosas —como en los sueños— se tocan y se transforman.
Objetos Personales es una deriva material de mi forma de pensar. Una muestra que, más que exhibir, pone en evidencia cómo la intimidad —cuando se deja afectar— puede generar formas compartidas. Un testimonio de que en lo más privado también se juega lo colectivo: lo que nos conmueve, lo que recordamos, lo que nos sostiene.
