Morning Glory-Faena Art Prize (2022)
Morning Glory es una obra de arte público desarrollada para la playa de Miami como proyecto ganador del Faena Art Prize 2022. La propuesta nació de mi interés por las formas de vida vegetales, especialmente aquellas que habitan entornos costeros. Me interesaba pensar el arte como un espacio de aprendizaje situado, y fue en ese cruce entre naturaleza, cuerpo y territorio que apareció la Beach Morning Glory —una enredadera rastrera cuyas semillas viajan por el océano, colonizando dunas y ayudando a estabilizar los suelos— como modelo conceptual y formal de la obra.
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Desde un inicio quise que esta flor, silenciosa pero resiliente, se transformara en un espacio habitable. Junto al arquitecto Vicente Donoso, comenzamos a diseñar una estructura topográfica que pudiera ser recorrida y ocupada por el público, trazando un sendero central —el tallo— del cual se desprendían espacios cóncavos —hojas y flores— construidos en madera y modelados con arena. Cada uno de estos espacios fue pensado como lugar de encuentro, descanso o activación, conectando el caminar con el imaginar, y el estar con el contemplar.
El proceso de diseño y construcción tuvo varias versiones, materiales y escalas. Inicialmente, imaginamos una superficie blanda hecha de cojines de tela reciclada rellenos con arena, pero las limitaciones técnicas y logísticas nos llevaron a reformular la propuesta. Finalmente, optamos por una estructura de madera, ensamblada en piezas modulares que pudieran instalarse directamente sobre la playa. Esta transformación volvió más claro el espíritu del proyecto de trabajar con lo disponible, hacer aparecer lo que ya estaba en el lugar y responder a las condiciones del entorno.
La obra fue inaugurada el 29 de noviembre de 2022 como parte de la Miami Art Week. Su construcción fue un acto colectivo que involucró a diseñadores, carpinteros, curadoras, técnicos y colaboradores locales. Durante seis días, Morning Glory albergó un programa de activaciones que incluyó sesiones de respiración, talleres experiementales, caminatas, conversaciones abiertas y una jam session de jazz al atardecer. También fue ocupada espontáneamente: personas en silla de ruedas que por primera vez se acercaban al mar, niños que jugaban entre las piezas como si fueran dunas, parejas que la elegían como lugar para fotografiarse al casarse o para despedirse de la playa.
Más allá del evento, la obra fue pensada como una semilla viajera: una instalación que puede reactivarse en otros contextos, adaptándose a nuevos suelos, públicos y paisajes. Aunque su presencia en Miami fue efímera, la memoria de su diseño, construcción y uso permanece como un modelo replicable para futuras experiencias. Morning Glory propone una forma de estar en el mundo desde la horizontalidad, la sensibilidad y la colaboración: una flor extendida sobre la arena que invita a detenerse, a pensar con el cuerpo y a compartir el tiempo con otros.
